lunes, 14 de junio de 2021

Escribir bien, hablar bien, leer bien ¿Qué es todo esto?

En tiempos en los cuales todos los coach nos invitan a ser líderes de nuestros propios emprendimientos ("dueños de nuestro propio destino") la oratoria es vehículo que transporta un sinfín de conocimientos y moviliza las almas entre dormidas y cansadas de los potenciales consumidores. Al mismo tiempo, el carácter competitivo de la sociedad/sistema nos exige prepararnos para un futuro mejor y en las entrevistas no sólo el mejor CV "gana" sino también quien posee mejor manejo discursivo: es contundente, claro, dinámico al hablar, preciso al decir, expresivo, etc...etc ah, y no olvides dejar quietas las manos, y mirar a los ojos. 

En la escuela, en el laburo, en la crianza, en las redes, entre amigos, en la primera cita, en los diálogos posteriores a la ruptura con el padre de nuestros hijos: hay que comunicar. Lo que decimos y cómo lo decimos no depende sólo de un carácter forjado por el rebenque de la vida, también es moldeado por todas y cada una de las lecturas que hacemos en cada segundo de nuestra vida: publicidades, noticias en los diarios, artículos de moda, posteos en Facebook de frases, memes en Instagram, estados de Whataspp, comunicaciones del trabajo, tareas recibidas de alumnos, consultas de clientes en el chat de la empresa, e infinitos etcéteras. Coloco sólo los textos de circulación masiva, y cotidianos. Ni hablar aquellos a cuales destinamos horas de atención y de estudio y que nos calan profundo. No voy a sumar también lo que escuchamos en videos, podcasts o, mejor, algún documental sobre alimentación responsable.
Entonces, hay material de sobra para combinarse con nuestros intereses prefabricados, deseos de autoayuda, miedos recurrentes, búsquedas, frustraciones varias, momentos de ocio.  Es así cómo se conecta el hablar bien con el leer bien, y el hablar bien y leer bien con el escribir bien. El tema con este último es que necesitamos hacer una pausa y es inevitable que si nos detenemos a pensar y a releernos (creo que es obligatorio hacer esto) el resultado del escribir puede ser fabuloso. En el sentido que vamos a poder comunicar, vamos a poder entregar una idea con fuerza y claridad porque en el texto vamos a organizar todo lo que da vueltas por todos lados y por la cabeza. La dificultad arrecia cuando nos faltan las herramientas para armar un texto que comunique en todo su esplendor. No fallar en el uso simbólico del lenguaje, no errarle a la puntuación y menos a la ortografía, adecuarse al género, no ser repetitivo y tampoco errático. Vocabulario, sintaxis, coherencia y cohesión. 


Sin duda alguna leer material elaborado y exponernos a situaciones comunicativas que impliquen un desafío ("Hola, soy nueva en este lugar" , por ejemplo) va a darnos un verdadero aventón en eso de escribir bien, pero no será suficiente si no conozco en profundidad los códigos del texto. Todo esto es una retroalimentación constante. Hay que buscarla. En la escuela, en el trabajo, en un blog, en un taller. Ser espontáneos es muy positivo pero ¿de dónde viene una espontaneidad que da lugar a la improvisación y al buen manejo de la comunicación, la rica elaboración de un mensaje? 

Trabajar sobre eso no tiene que dejar de ser de interés general para todas y todos. Por un rato desnaturalizar aquello que creemos que es natural: decir, comunicar. 

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